El puerto de Tocopilla fue fundado en el año 1843 bajo la administración de la república de Bolivia

Por aquella época, su importancia radicó en ser un punto de embarque y habitación de precarias instalaciones de extracción de cobre y guano, principalmente. Es con el auge de la industria del salitre en donde sus condiciones urbanas comienzan a delinearse y expandirse, adoptando la fisonomía que conocemos actualmente.

El ferrocarril de Tocopilla al Toco fue inaugurado en 1890, siendo construido por capitales británicos. Su tramo configuró un ramal que dio vida al Cantón Salitrero del Toco. En la década de 1920, las locomotoras a vapor fueron reemplazadas por un tráfico totalmente electrificado y que cambió su orientación hacia las oficinas salitreras de María Elena y Pedro de Valdivia.

Durante el año 2015 sufrió graves daños en su vía, debido a las lluvias de un catastrófico episodio climático que sentenció su inactividad y cierre. Actualmente se desaprovecha un gran recurso turístico que puede entregar atracción a la provincia de Tocopilla.

Además de su extensa ruta y su gran material rodante, sus paisajes enuncian la belleza genuina de la costa del desierto de Atacama.

Al igual que el puerto de Cobija, esta vía férrea no dispone de ninguna declaración de protección por parte del consejo de monumentos nacionales. A pesar de ello, es un patrimonio material e inmaterial que identifica plenamente a sus habitantes.

Un dato anecdótico, es que solo una de sus cuantas locomotoras, que formaron parte de su servicio, fue declarado patrimonio en el año 1989, y originalmente estaba ubicada en la Oficina Salitrera de Rica Aventura. Actualmente, de manera inexplicable, se encuentra en el Museo Industrial de Leeds, en Inglaterra, bajo una gran cantidad de rumores que hablan sobre su cuestionable sustracción y las deplorables políticas de resguardo que existen para este tipo de patrimonio cultural histórico. Permitiéndonos reflexionar sobre las oportunidades que posee el turismo en zonas lejanas a la capital regional.