El ferrocarril Longitudinal fue un sistema de transporte que conectó diferentes tramos del país a partir de diferentes ramales
En el norte de Chile, el tranco de sus convoyes conectó la ciudad de La Calera con el salar de pintados, en la región de Tarapacá.
Construida en 1910 por el Fisco, esta vía se tradujo en una serie de postas que se aglomeraron en torno a una línea que, paulatinamente, conectaba diversos centros urbanos e industriales del flanco septentrional del país. Su obra,
En la región de Antofagasta, el Longino irrumpió en la Provincia de Taltal, para luego edificar una estación ferroviaria neurálgica conocida como “Baquedano”; inmersa en medio del tránsito del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, este nodo permitió la movilidad de los habitantes del cantón salitrero de Salar del Carmen, Carmen Alto, Aguas Blancas y el boquete, con las regiones aledañas, en sentido Norte y Sur, como también la costa con el interior, en sus diferentes distritos.
En el cantón del Toco, El longino instaló las estaciones Mirage, Chacance, Toco Longitudinal, Teresa y Quillagua, para luego proseguir hacia la pampa del Tamarugal, para cumplir su tarea conectiva.
Su funcionamiento, hasta la década de 1960, nos dejó una infraestructura patrimonial que aún conserva los recuerdos del paso de sus locomotoras y su cotidianidad en sus andenes. Baquedano es una de ellas, esta estación era una maestranza dispuesta para la mantención de las locomotoras, con casa de máquinas, tornamesas, provisión de agua e instalaciones para sus funcionarios, construidas en gran tamaño y dispuesta para administrar su tráfico desde Tarapacá hasta la estación Catalina. La inserción de los automóviles fue dejando de lado a este sistema de transporte que, en la actualidad, es un símbolo de la memoria pampina de nuestra región. Recientemente, algunas gestiones derivadas de organizaciones patrimoniales de la Comuna de Sierra Gorda han permitido su restauración y puesta en valor, incluyéndolas en el circuito turístico de la ciudad de Antofagasta.